Otra cosa típica

Otra cosa típica


Es domingo, y el viernes se estrenó la última película taquillera para público familiar. Además, hoy me toca abrir el cine a las 8. De buena mañana no hay nadie en la calle y llego pronto, pero eso no es una buena señal y no cambia para nada la percepción de mi día. Va a ser un día horrible, pero al menos yo no soy horrible.

Llamo al timbre y, como siempre, no hay nadie en la oficina para abrirme. De repente, se abre la puerta y es uno de los limpiadores.

—Oh, claro, eras tú, Lara. Pasa, pasa, muñeca.

Siempre me abren los limpiadores, aunque ellos están en el primer piso, y la oficina en el tercero, así que no pueden oír como llamo al timbre. Pero siempre saben cuándo estoy ahí, y son tan amables de abrirme y dejarme entrar. Aprovecho para subir al vestuario y cambiarme, pero mi camisa tiene una mancha que no tenía cuando la he cogido del tendedero esta mañana. No pasa nada, un poco de agua lo soluciona rápido, y sigo estando lista antes de que llegue la jefa.

El rato antes de abrir siempre se me pasa rápido. Hay tantas cosas que hacer, que nadie deja hechas a la noche. Si te quejas a la jefa, te dice que la gente dice que a la noche las deja hechas, pero por la mañana resultan no estarlo. Entre eso y que me tropiezo sola dos veces, sin que haya nada en el suelo, para cuando entran a raudales las familias (todas para ver la misma película, todas para la sala 3) yo estoy ya cansada.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
—Una adulta y una niña.
—¿Para qué película?
—No, no queremos nada más.
—¿Para qué película?
—Una adulta y una niña, he dicho.
—Sí, pero ¿para qué película?
—Pues para la nueva, para cuál va a ser si no.
—Por supuesto. Aquí pueden seleccionar sus asientos.
—¿Cuánto cuesta?
—Todos los asientos cuestan lo mismo, mire, aquí tiene el plano de la sala 3.
—Me da igual dónde sentarme, pero que no sea muy lejos de la entrada. Ni muy cerca de la pantalla. Ni en la parte trasera.
—Por supuesto.

A mediodía deberían llegar dos personas más, y yo debería poder ir a comer, pero sólo aparece una, Helena. No sabemos nada de la otra. Preguntamos a la jefa y nos mira con la cara en blanco.

—Pero no está en la planificación —dice, obligándome a sacarme la chuleta del bolsillo y mostrarle que sí, que está en la planificación—. Bueno, iré a llamarle a ver.

No llega a venir nunca. Dice que en su cuenta no sale como que debería estar aquí, aunque sí que salga en nuestra planificación. Todas suspiramos. La planificación nunca está bien. Alba, que está trabajando en la sección de pantallas, y yo nos turnaremos para ir a comer, y me toca a mí antes porque entré antes. La media hora de aire fresco y comida me sientan maravillosamente y me dejan como nueva, pero con menos ganas de volver a trabajar. Cuando vuelvo, además, me toca cubrir a Alba en la sección de pantallas.

La sala 4, que estaba vacía, debería haber acabado ahora mismo. Por si acaso, como no está marcada, voy a mirar que todo esté bien, pero sé que no vendí una sola entrada: pasábamos una película que lleva tres meses en cines, una vieja de superhéroes, y ya no queda nadie que no la haya visto. Todo parece estar en perfectas condiciones hasta que encuentro un paquete de lápices de colores en el suelo en la penúltima fila. Lo recojo, preguntándome si será de los limpiadores, que a veces se les caen cosas y no se dan cuenta.

Poco después sale la sala 3, y ahí sí que hay mucho que limpiar. Para cuando termino, Alba ha vuelto de su descanso y me toca volver a la sección de ventas. Cuando entro, me doy cuenta de que Helena no está. No hay cola, pero no sabemos dónde está. Voy a la parte trasera a mirar si la encuentro, gritando su nombre, y no la veo. Cuando decido que quizá habrá ido al baño, encuentro en el suelo la etiqueta con su nombre. Suspiro, la recojo y vuelvo a mi caja, que ya tiene una cola enorme esperándome. Cuando toda mi cola ha entrado a la sala 3 de nuevo, Helena sigue sin haber vuelto. Llamamos a las jefas y la supervisora se pone a buscarla.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?
—Ay, mira, es que antes he venido con mi hija —dice, gesticulando al vacío, una señora que no lleva a ninguna hija con ella—. Hemos ido a ver una película esta mañana y la niña se ha dejado unos lápices de colores. ¿No los habréis encontrado?
—Oh, ¿en qué sala?
—En la sala 1. No recuerdo el nombre de la película pero era la sala 1.

Suspiro. Los clientes nunca saben a qué salas van o en qué salas se dejan las cosas, eso es típico. Voy a buscar la sección de objetos perdidos y cumplimento el formulario escribiendo sala 4. Cuando le doy los lápices de colores, desaparece sin siquiera dar las gracias. Otra cosa típica. Intento avisar a la supervisora, la que estaba buscando a Helena, pero no responde a la radio.

Me sobresalta el ruido del teléfono, llamando desde la oficina. Es la jefa. La persona que entraba a las 4 para sustituirme, Ofelia, ha llamado enferma. También parece ser que la persona que sustituirá a Alba en pantallas va a llegar media hora tarde, a las 4 y media. Necesitan que nos quedemos más rato. Siempre necesitan que nos quedemos más rato. Incluso en un domingo que es inesperadamente flojo.

Cuando vuelvo a mi caja, paso por delante de Helena, que está sirviendo a una familia que incluye a entre 5 y 7 criaturas pequeñas. Me acerco y le doy la etiqueta con su nombre, pero me mira extrañada y me señala que ya la lleva puesta. Aprovecho que está aquí para ir un momento al baño y, en el camino de vuelta, me encuentro a una señora de edad avanzada que me interrumpe para decirme que se ha perdido pero que está yendo a ver Titanic. La película de James Cameron, obviamente, no puede ser, así que le pregunto por su entrada y dice que la ha perdido. Insiste en que quiere ver Titanic. Miro mi chuleta y le hago una lista de películas que van a empezar ahora. No es ninguna de ellas. Cuando se mira mi chuleta, dice “¡oh, ahí está!” y se va sin decirme nada más. A ningún cliente le importa nunca dejarme con la intriga.

Se acercan las 4 y no voy a poder irme a casa aún. Este domingo está siendo horrible y eso que no está tan lleno como esperábamos. Pero que nos falte clientela no es un problema cuando también nos faltan empleados. Estoy rellenando los dispensadores de golosinas en un momento cuando una voz a mis espaldas me llama.

—¡Lara! ¡Hola! ¿Qué haces aquí? Tu turno ha acabado.
—¿Ofelia?
—No pongas esa cara como si hubieras visto un fantasma, muchacha, que sólo soy yo.
—¿Pero hoy no habías llamado diciendo que estabas enferma?
—¿Yo? No.
—Oh, vaya. Debió ser otra persona la que llamó y cogieron el nombre mal.
—Supongo, no sé. Pero si quieres te cojo esa bolsa y termino el trabajo yo y te puedes ir, que me han dicho que llevas aquí más de ocho horas.
—Ay, sí. ¡Gracias y hasta el martes!

Al menos, hoy he logrado irme no muy tarde. La oleada de terribles clientes se la comerán el resto de compañeras y jefas, así que me voy feliz a casa y sin mirar atrás. Servicio al cliente y trabajar cara al público en general son dos cosas horribles; cuanto menos esté en el cine, mejor.



— Mira, Maritrini, te lo dije. Llevamos ocho horas seguidas haciéndole cosas a la chica y nadie nos ha intentado tirar agua bendita ni ha llamado a un exorcista.
—La chica tampoco parece haberse inmutado mucho, sin embargo.
—¡A todo tienes que ponerle pegas! Mira, ahora vamos a coger a esa chica de ahí, y cuando ese joven guapo sea el siguiente cliente, vamos a pasar a través de ella, haciéndole recordar a su ex.
—No entiendo a qué te refieres, Lola.
—¡Es la mejor forma de conseguir resultados! Ya verás, será todo un éxito. Podríamos hasta crear una colonia de fantasmas en este cine, tiene tantas salas que seguro que podrían caber varias familias enteras.




FIN

  • Este relato forma parte del Reto de Escritura #Origireto2019, organizado por Stiby, de Sólo un capítulo más, y Katty, de La Pluma Azul de KATTY.
  • Este relato, de 1438 palabras, corresponde al objetivo 4Haz un relato que transcurra en una casa encantada.
  • Casualmente, el objetivo ya lo tengo cumplido pero esto podría ser perfectamente el objetivo 19, Básate en una noticia o hecho real para escribir un relato. Puedes añadir artículos o datos de informativos, pero no contarán como parte del texto, ya que está basado en mis experiencias reales en el trabajo (aunque, debo reconocer, no todas en el mismo lugar y definitivamente no todas en el mismo día).
  • Para esta historia se incluyen los objetos 11, lápices de colores, y 27, el Titanic.
  • Para Medallas, este relato está protagonizado por una mujer, y pasa el test de Bechdel, cumpliendo 10/6 para Feminista y 7/2 para Bechdel. Está escrito en primera persona y en presente, siendo 11/6 para Verbórrea Interminable con 9/2 para Presente.
  • Podéis encontrar el resto de mis entradas para el #Origireto2019 aquí, y las de Neswina aquí. O, en su defecto, los de ambas aquí.
Origipuntos mensuales: 14 op. Origipuntos anuales: 150 op.


10 medallas mensuales y todas las medallas extra

CONVERSATION

12 comentarios:

  1. xDDD No está para nada basado en hechos reales, noooop. xD

    Me encanta que Maritrini insista tanto (y su nombre) Y pobre Lara, lo que sufre...

    Viva kaaaaaaaaaam!!

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    1. Holi cielo ♥

      Me alegra mucho que te haya gustado, aunque sí, ligeramente basado en hechos reales está xD Gracias por todo, cielo ♥

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    2. Reconozco que es el peor comentario de la historia, pero el sentimiento está ahí: me ha gustado mucho por lo cotidiano y por lo interesante de saber que leches está pasando ahí :3

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  2. Oh!! Pero que original y halowinera xD que chulo el relato del cine y que realista jaja cualquiera que haya estado cara al publico va a empatizar 🤣 muy chulo, y vaya forma de fastidiarla xD Sobretodo el principio me suena bastante :P bien hecho, un abrazote wapa, y que pena que no dieran Titanic jajaja

    .KATTY.

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    1. ¡Gracias por leer y comentar!

      Me alegra mucho que te haya gustado el relato, algo más darks de lo habitual por mal que se me de escribir terror, jajajaja. Ojalá cuando pasan estas cosas trabajando cara al público fuera por hechos sobrenaturales, la verdad...

      ¡Un abrazote!

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  3. Hola!! Vaya, pues este relato me ha atrapado bastante desde el principio aunque en apariencia narra hechos bastante cotidianos. Me he sentido un poco impotente imaginando como una situación cotidiana el hecho de que nadie escuche o dé las gracias, y ha sido un poco agobiante que no dejasen de pasar cosas!! Esto último es algo positivo porque has transmitido bastante. Sobre todo he empatizado con el momento de la cola en la que la clienta no dice qué película quiere y luego dice que le dan igual los asientos pero pone pegas a todos Sos!!

    Por otro lado no sé si he entendido bien el plot final. ¿Hay fantasmas en el cine que están puteando a las empleadas? ¿O solo en particular a una en concreto? ¿Por qué?

    Un abrazo!

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    1. ¡Holiwis!

      La verdad es que me he basado en cosas reales. Por favor y gracias son cosas que oigo tan poco que a veces me sorprendo de que me lo digan, la verdad. Y es el pan de cada día que la gente no escuche cuando les hablas. Así que me alegra muchísimo haberte hecho empatizar, y haber transmitido la sensación de impotencia y de agobio que hay en estos trabajos.

      En cuanto al tema de los fantasmas... ¿Quién sabe? Yo personalmente pienso que están muy aburridas y algo tienen que hacer, así que usan sus poderes de fantasma para molestar a todo el mundo, pero como las exorcizaron de su última casa pues han terminado en el cine, que es perfecto porque nadie se da cuenta de que están ahí xD

      ¡Abracito!

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  4. Estaba yo leyendo y pensando "aquí todo parece muy normal pero están pasando cosas muy raras y nadie se da cuenta".

    Me esperaba los fantasmas del final, ha sido mi momento de "¡lo sabía! ", aunque soy un poco cortita y no me ha quedado claro qué "resultados" quieren conseguir.

    Lo que es 100% real y desesperante, por desgracia, es la actitud de los clientes con la prota (qué te voy a contar). Pero me ha hecho gracia especialmente lo de "a los clientes no les importa dejarme con la intriga" jajaja.

    ¡Hasta luego!

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    1. ¡Holi!

      Jajjaaja, me ha gustado mucho que vieras un poco por dónde iban a ir los tiros, obviamente con los objetivos que tenía pendientes muchas más cosas no podían ser, además en este mes, pero me alegra que te haya gustado igualmente. Como ya dije, ligeramente inspirado en la vida real, jajajajaja.

      Y como le he dicho a Stiby, no es que busquen resultados concretos, he cogido una idea más parecida a un poltergeist que a un fantasma que tiene que encontrar la luz para esta idea, y por eso se dedican a putear porque pueden y porque la vida como fantasma es muy larga y muy aburrida, en mi opinión, jajaja.

      ¡Abrazo!

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  5. A más leo más relato de terror se vuelve. Lo que no mes esperaba eran los fantasmas. Ojalá embrujar mi cine local.

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