Un solo de banjo

El Mago de Oz siempre se considera una historia extremadamente fantasiosa. Imagínate, un tornado aparece de la nada y te lleva a un mundo de fantasía. Qué tontería, un recurso de una historia para niños, ¿verdad? Pues aparentemente, no tanta verdad. Porque, literalmente, nos acaba de pasar. Sé lo que dirás, sé lo que dirás. Que me lo estoy inventando. Por eso te estoy mandando estos audios. Y fotos. Y si eso luego haré un vídeo. Probablemente nunca te llegará nada, a menos que volvamos a casa, pero con suerte podré enviártelo y alguien sabrá que nos ha pasado. Porque nos ha cogido un tornado. Y me parece que ya no estamos en Kansas.

Perdón por la broma del audio anterior, pero eso, que te enviaré una foto de dónde estamos. Es un sitio súper extraño, la verdad. Alba me ha pedido que se lo describa, obviamente, porque en seguida lo ha notado todo, pero es tan difícil… Bueno, no sé si la habrás oído de fondo pero dice que la descripción que le he dado a ella es buena, y que quizá debería ir más al grano porque voy a quedarme sin batería, que es más que posible, así que voy a darle.

La cuestión es que estábamos en casa, tranquilas, y de repente Alba me pregunta que qué está pasando y yo que ni había notado nada raro. Pero miro por la ventana y está todo como gris, y la casa empieza a temblar, y… No sé muy bien cómo explicarlo pero es cómo estar en un concierto de Wagner, idealmente de la ópera de Las Valkirias, la segunda parte de las cuatro de El Anillo de los Nibelungos, pero puede ser en cualquier otro concierto, y escuchar la Obertura del tercer acto, que quizá tú conozcas como La Cabalgata de las Valkirias. Al principio todo es viento, es agua, es confusión, es girar dando vueltas. Y poco a poco se va llenando de más colores, de azul, que no sé de dónde vendría, luego de destellos de rojo fulgurante, que son reemplazados por amarillo, y por un blanco final. Obviamente antes de lo que llegas al clímax en la pieza, pero llegó el momento del mareo, de no saber dónde está arriba y dónde abajo… Y de repente no estábamos en casa. A diferencia de Dorothy, nosotras no hemos llegado con una casa que ha matado a una bruja. Nosotras estamos solas en este paraje desolador.

Obviamente, Alba no sabe dónde estamos, y la verdad es que yo tampoco. Este sitio es extraño, y lo que es peor, se siente extraño. Estamos andando por una tierra que se desdibuja a nuestros pies. Diría que es un desierto, pero no veo nada parecido a un sol pese a que haya luz y pueda ver. Diría que es un desierto, pero la arena es verde y tiene el tacto de la seda.

—Rosa, dime, ¿qué ves?

—No lo sé, Alba, no lo sé.

—Pero algo ves, al menos. Descríbemelo.

—Pero no sé describir algo que no entiendo, la verdad. Sabes que no soy muy buena con las palabras.

—Pues cántamelo. —Su sonrisa es inteligente, es una pequeña broma entre nosotras, sé tocar algún que otro instrumento, pero nunca he sabido cantar bien. Probablemente, porque me despisto sola, como ya bien sabes, con la sinestesia esta con la que me ha tocado convivir.

—Voy a intentarlo. Es… ¿Recuerdas ese grupo que descubrimos hace poco, el de Steampowered Giraffe? Pues… Es como si combinaras dos de sus canciones. Tiene la sensación extraña que ofrece Suspender Man, como de algo irreal. Los colores tienen esa cualidad, como de un robot impostando la voz. No hay sol en el cielo, pero hay luz y veo perfectamente, aunque todo tiene colores extraños. En la mitad de la canción, cuando suben mucho las notas a coro, ese es el color del cielo, un extraño color claro y brillante pero no lo habitual en un cielo. Y el suelo que pisamos es extraño, tiene la textura del solo de banjo: etéreo, irreal, pero a la vez extrañamente suave. —Alba se agacha a tocarlo con sus manos.

—No es exactamente como se siente, pero entiendo lo que dices, creo, es difícil a veces entender lo que veis.

—Lo siento, intento explicarme tan bien como puedo pero es difícil.

—Tranquila, sigue, por favor.

—Pues… El resto de este sitio es más parecido a la segunda canción. I’ll Rust With You, de MkIII. Sabes que es una canción que me gusta mucho, habla mucho de colores pero nunca habla de los colores correctos. Es una canción que habla de dorado, de rojo, de óxido, pero es una canción verde neón. Más o menos ese verde neón apagado es el color de este suelo. Creo ver algo en el horizonte pero es tan intangible y tan impreciso como The Spine cantando en voz grave mientras el resto hacen los coros agudos y haciendo escala.

—Siempre lo describes todo súper bonito.

—Ya, pero ojalá menos bonito y más práctico, no tenemos nada para comer ni para beber, el móvil no tiene señal…

—¿Y si envías un mensaje a Noe? Quizá en algún momento vuelvas a tener cobertura y se podrá enviar.

—Ooohhh, ¡gran idea!