De paseos, caminos y dirigibles

De paseos, caminos y dirigibles


Casi me olvido del bolso antes de salir de casa. Por suerte, no ha sido el caso, o mi día se habría acortado alarmantemente. Echo la llave al pequeño piso en el que vivimos y bajo despacio por las escaleras hacia la calle. Las ventanas están cubiertas de hollín y las lámparas de gas aportan poca luz, y si lo añades a mi barriga, no es un camino fácil. Salir de casa siempre es difícil, pero ahora más. El calor de la ciudad se está combinando con el calor del verano, e incluso a estas horas de la mañana se hace agobiante y pesado. Salgo a nuestra calle, rodeada de edificios igual que el mío: altos, aburridos, simples, manchados del hollín y mugre, pero suficientemente espaciosos para una pequeña familia. Vivimos relativamente cerca del centro del nivel 5, así que el camino hacia los ascensores es corto. Un par de calles, una plaza enorme, y ya estoy. Sería una plaza preciosa de no ser porque los ascensores que conectan con los niveles inferiores escupen humo ceniciento periódicamente.

El ascensor, como siempre, está lleno de gente. No es hora punta, pero aún y así la ciudad es bulliciosa y funciona como un perfecto engranaje. En una esquina se pueden ver a los pequeños mozos, con sus ropas manchadas de mugre y carbón, intentando no ocupar mucho espacio, apresurándose a cumplir con los trabajos que se les han sido asignados. En la esquina opuesta, haciendo su mejor esfuerzo para que sus caros trajes no dejen de estar impolutos pese a las circunstancias, hay algunos habitantes de los niveles bajos, probablemente esperando poder lograr un puesto de trabajo en los niveles altos o, al igual que los mozos, haciendo algún recado para alguien con mucho más poder que ellos. Entremedias, el resto de la gente, aquella que está yendo a su día a día sin más.

Normalmente los ascensores no esperan a nadie, aquí, pero la operaria lo mantiene parado cuando me ve a mí llegando. Uno de los hombres de traje parece hacerle un ademán, pero en cuanto la operaria me señala, rápidamente se calla. Una señora bastante mayor incluso me ayuda a entrar en la caja con más facilidad. Alguna ventaja iba a tener estar embarazada.

Poco a poco, entre renqueos y chillidos metálicos, el ascensor va subiendo. Es un proceso tedioso que siempre he odiado, pero ahora mismo se me hace insoportable. El ir y venir de la gente, el exceso de ruido, el calor extremo que hace en este cubículo… Noto como me voy mareando y me maldigo. Haber corrido hacia el ascensor quizá no ha sido la mejor idea. Desde que no estoy sola en mi cuerpo, predecir los resultados de mis actividades se ha vuelto imposible. Quizá debería haberme quedado en casa.

Respiro hondo y me obligo a centrar la vista. Un piso más y estaremos en el nivel 3, mi objetivo. Si puedo salir de aquí, respirar el aire fresco de los niveles superiores y sentarme, estaré bien. Estaremos bien. Llevo seis meses conviviendo con esta nueva situación y aún no me acostumbro. Para cuando lo asuma, ya habrá pasado, aparentemente. Respira, no te dejes llevar. Respira.

Cuando las puertas al nivel 3 se abren, no puedo evitar sorprenderme. He estado aquí muchísimas veces, pero nunca deja de maravillarme el aire fresco que se respira. El cielo es azul, con alguna nube blanca, y el viento juega con mi ropa, haciendo que mi falda vuele a mi alrededor. La amplia avenida está limpia, y la mayoría de la gente está paseando, o incluso sentada: no hay prisas. Mi destino real está a las afueras, en el borde del piso, pero no creo poder llegar sin pararme. Hago camino hacia el primer banco desocupado, intentando no parecer demasiado mareada.

Una vez sentada, extraigo el estuche de mi bolso y, de forma meticulosa y cuidada pero en realidad mecánica, voy preparando el instrumental. Saco la aguja estéril, el paño limpio que guardo exclusivamente para esto, la placa de análisis y, sobretodo, preparo el analizador. Girar la manivela para devolverlo a su forma entera, asegurarse de que esté trabado en su posición actual, girar la rueda para activarlo. Una vez sus engranajes empiezan a funcionar, sale un poco de humo blanco de el tubo superior, y puedo por fin proceder a analizar mi sangre. Limpiar para evitar contaminación de la muestra, pinchar con la aguja, sacar sangre, volver a limpiar para asegurarse, poner una gota de sangre en la placa y la placa en el analizador. Si bien no ha pasado nada de tiempo y lo hago manual, el mareo hace que todo parezca extremadamente difícil. Me permito usar dos minutos para respirar mientras la maquinaria hace su trabajo, y termina sacando un papel  con los resultados. Nivel de azúcar en sangre: 120 miligramos por decilitro. Mal. Sopeso mis opciones mientras vuelvo a apagar, guardar y recoger el instrumental. No me queda otra que beber bastante agua y seguir mi camino, en realidad. Si bien eso habría servido hace meses, ahora no sé si funcionará. Todos los parámetros han sido trastocados, y aún no le encuentro el pulso a esta nueva forma de consumir o no el azúcar en mi cuerpo.

Suspiro mientras me pongo en marcha. Tengo aún bastante camino por delante y no hay forma de hacerlo más rápido. Parte de la razón por la que no hay transportes en el nivel 3 es para evitar ensuciarlo. Y la otra parte me está pidiendo que me aparte para dejarles paso. Cuando ven que estoy embarazada, automáticamente se vuelven más amables. El cochero me pide perdón y el coche de caballos mecánicos avanza por la calle, llevando a sus acomodados ocupantes hacia su destino. Los animales mecánicos fueron uno de los grandes inventos de nuestro pasado, pero su potencia está muy limitada y, combinando eso con la necesidad de partes muy caras y revisiones semanales, han terminado siendo un símbolo de estatus. Se dice que la reina, además de tener varios animales reales, tiene tres Corgis mecánicos para hacerle compañía.

A medio camino, vuelvo a sentarme. El mareo no está desapareciendo, así que me termino mi agua. Voy a tener que rellenarla antes de volver. Conforme me voy acercando al exterior del nivel las calles se van estrechando, pasando de avenidas a paseos, y luego a simples calles. Las casas también se van empequeñeciendo, y empiezan a aparecer algunos bajos edificios de pisos. El aire también va perdiendo esa cualidad tan límpida, y vuelven a notarse los efectos del carbón, aunque muy vagamente. Finalmente lo veo: el aeródromo E, mi destino. La baranda circular del exterior del nivel se abre, dejando paso a un semicírculo adosado. Hay cuatro de ellos repartidos en el nivel 3, uno por cada punto cardinal, y cada uno recoge un centenar de naves. Si bien el nivel 1 y el nivel 2 cuentan con sus propios aeródromos, es el nivel 3 el que sirve como punto de varado para el resto de naves.

No importa cuántas veces venga, siempre es diferente. Muchas de las naves en el aeródromo E son naves de exploradores, mercaderes u otros tipos de gente nómada, por lo que es raro encontrarse con la misma nave muchas veces. Me acerco a la barandilla, observando el trajín de gente subiendo y bajando mercancías, firmando papeles de aduanas y saludando a viejos conocidos, todo bajo la miríada de dirigibles, globos aerostáticos y diversas formas de aeronaves. Intento encontrar la nave que estoy buscando, la Lechuza Doraza, pero no la encuentro. Quizá aún no haya llegado, o quizá esté escondida a la vista. No puedo esperar indefinidamente, y mi mareo decide recordármelo muy a malas. Tengo que sentarme y cuidarme.

Me alejo un poco del borde y voy a la zona de comercios enfrente. Talleres mecánicos, oficina de inmigración, tiendas de todo tipo incluyendo trajes a medida y animales mecánicos a precios desorbitados, y el Club de Exploradores y Aviadores, el café favorito de todos los nómadas del aire. Pero no es ahí donde voy yo. Dos edificios más allá hay una pequeña puerta azul escondida entre una tienda de raciones de larga duración y una galería de tiro. Subiendo por esa puerta, se llega a Shirocha, mi lugar predilecto en todo el mundo. Y el suyo también, por supuesto.

En cuanto entro soy recibida por la dueña, Mariko, que me me amonesta por hacer el esfuerzo de ir cuando estoy tan avanzado el embarazo. Dice que no debería hacer esfuerzos, y probablemente tenga razón. Cuando le digo que he quedado con mi amiga, su semblante cambia. Ella también está esperando noticias importantes. Me siento en nuestra mesa de siempre, pero no pido té aún. En su lugar, vuelvo a sacar mi instrumental y analizar los niveles de mi sangre. 130 esta vez. Ha subido. Pido agua, que Mariko se niega a cobrarme, y mientras la espero saco mi bien más preciado, aquello que me mantiene con vida, de mi bolsa. Es un pequeño botecito de cristal lleno de una sustancia transparente. Cuidadosamente lo abro, con cuidado de no derramar ninguna gota, e introduzco una jeringuilla esterilizada por su obertura, asegurándome de no crear ninguna burbuja de aire. Vuelvo a tapar la botellita y procedo a inyectarme la insulina en la barriga, lazo izquierdo. Llevo toda mi vida dependiendo de estas caras botellitas, pero nunca había sido tan difícil de controlar su uso desmedido como ahora, que no sólo mi vida depende de ellas.

Justo cuando Mariko me está trayendo un té con leche vegetal, especiado pero sin azúcar, porque no puedo tomar la insulina sin tomar nada con hidratos de carbono, pero tampoco puedo comer con el azúcar en sangre tan alto, lleva, al fin, Riku, la capitana de la Lechuza Dorada, apodada por algunos la Golondrina Blanca, mi amiga. Y por su cara, veo que no trae muy buenas noticias.



FIN

  • Este relato forma parte del Reto de Escritura #Origireto2019, organizado por Stiby, de Sólo un capítulo más, y Katty, de La Pluma Azul de KATTY.
  • Este relato, de 1650 palabras, corresponde al objetivo 23, Relata la historia de un embarazo fuera de lo corriente (o conciencia sobre algo poco conocido del tema), en que la futura madre sea la absoluta protagonista y no el bebé.
  • Para esta historia se incluyen los objetos 3, una jeringuilla, y 28, un ascensor.
  • Para Medallas, este relato está protagonizado por una mujer, cumpliendo 7/6 para Feminista. Incluye a una protagonista diabética (enfermedad crónica), por lo tanto siendo protagonizado por una persona no normativa, cumpliendo 6/3 para Interesante. Está escrito en primera persona y en presente, siendo 8/6 para Verbórrea Interminable con 6/2 para Presente.
  • Podéis encontrar el resto de mis entradas para el #Origireto2019 aquí, y las de Neswina aquí. O, en su defecto, los de ambas aquí.
Origipuntos mensuales: 15. Origipuntos totales: 105.

7 medallas mensuales. 4 medallas extra.

CONVERSATION

10 comentarios:

  1. Oh! Qué chulo te ha quedado.
    Mientras lo leía he tenido un cruce de cables con el Ori 18 y pensaba que sería el objetivo de narrar un hecho cotidiano (subir el ascensor o andar) como si fuese una gran hazaña. Después he visto que estaba embarazada y ya se me han colocado los esquemas.


    ¿El modo de tomar insulina es distinto estando embarazada? Nunca me lo había planteado, me ha gustado el enfoque del relato, entre futurista y cotidiano en cierto modo. Qué bonito tener un bar donde te cuiden y no te cobren el agua cuando la necesitas. Echo de menos eso en Madrid.

    Un relato sin grandes plot twist pero que funciona muy bien, enhorabuena.


    Por cierto no estoy segura de si la expresión "aún y así" es correcta. Habría dicho "aún así" pero lo cierto es que la he visto de las dos formas.


    Abrazo!

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    1. ¡Holi!

      Gracias por leer y comentar tan pronto ^^ La verdad es que no me sorprende que a veces te líes entre el Ori 18 y el Ori 19 xD Además con el tema embarazadas ya teníais uno el año pasado, ¿verdad?

      Más que la forma de tomar insulina como tal, el problema es que en una cantidad razonable de casos la diabetes se descontrola mucho al combinarse con un embarazo, probablemente también sucederá con otras enfermedades crónicas creo yo. La gente habla mucho de la diabetes del embarazo, pero, ¿y las mujeres que ya tenían diabetes antes de estar embarazadas? También les afecta, y no poco, por lo que tengo entendido (por ejemplo, mi madre, que es de donde he sacado la mayor parte de la información).

      Me alegra que el relato te haya gustado pese a que no pase "nada", jajaja.

      Respecto al "aún y así" parece ser una forma coloquial/vocal de decir "aún así" pero está poco claro el tema porque sólo se lo he visto tratado muy por encima a Fundeu BBVA. Para la próxima me evito las dudas y me como la conjunción.

      ¡Abrazos, guapa!

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  2. Ahhh!!! Pero kapasao!? XD me he quedado con las ganas. Muy bien ambientado, muy entendible la situación, me gusta como situas al personaje en un lugar que no conocemos pero q haces que se entienda perfectamente. Lástima que termine así tan abierto, espero saber más de esta historia ^^

    Esta frase me parece rara, por si te sirve, " ir cuando estoy tan avanzado el embarazo".

    Genial relato, me ha encantado la idea de los animales mecánicos. Un abrazote :3

    .KATTY.

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    1. ¡Holi, guapa!

      Me alegra mucho ver que te ha gustado, la verdad es que tenía una idea más larga pero tan larga que creo que daba para novela corta la verdad xD Así que con esto te tendrás que conformar, que es la parte que corresponde al objetivo.

      Tienes razón que la frase queda como rara, así vista por separado, pero no sé cómo cambiarla, la verdad.

      Un abrazo, preciosa

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  3. ¡He llegado tarde pero he llegado a ver mi cameo en uno de tus relatos! Qué guay, gracias :3

    También la Lechuza Dorada me ha recordado a Harry Potter y los nómadas del aire, a Avatar. No sé si sería intencionado pero yo veía las referencias everywhere xD.

    Lo de "aún y así" a mí me suena a catalanismo, por el "tot i així" ¿no? También he escuchado a un catalanoparlante decir "todo y así", tal cual.

    Anyway, genial relato aunque me quedo con muchas preguntas XDD. ¡Hasta luego!

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    1. ¡Más vale tarde que nunca! Y tu cameo lo hice fácil no fuera cosa que se te pasara de largo xD ¡Me alegra que te guste! :3

      Jajjaja pues la de Avatar ha sido sin querer, pero mi obsesión con las lechuzas en general está muy ligada a HP, eso es cierto xD

      Pues es probable, como le dije a Stiby en su comentario "aún así" sí que está aceptado, así que es posible que la inclusión de la conjunción no sea un coloqualismo si no que un catalanismo.

      Perdón por crearte tantas preguntas, ¡aunque me alegra que te haya gustado! ¡Besito!

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  4. Buen relato con muchas chicas, como era esperar de Kam. Muy chula e inusual tu protagonista diabética embarazada. Desde luego tiene que ser muy chungo estar así en un mundo retrofuturista, sucio como antes y contaminado como hoy.

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    1. Ante todo, muchas gracias por leer y comentar.

      Me alegra que te haya gustado el relato, incluyendo la representación y el ambiente.

      ¡Hasta la próxima!

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  5. Yo como siempre la primera en comentar xDDDD

    ¡Me ha gustado mucho! Pero como nos dejas así, maldita sea, y además hemos aprendido un montón sobre la diabetes en embarazadas. Kam entretiene, Kam enseña.

    Y te juro que he sentido la brisilla cuando ella la ha sentido, igual tengo que cerrar las ventanas que hay corriente 🤔

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    1. Estoy súper contenta que estés volviendo al reto, y especialmente a comentarme, jajajajajaja.

      Que sepas que lo de "Kam entretiene, Kam enseña" lo he leído al tono de "Carglass cambia, Carglass repara" xDDDDD

      Gracias por el comentario, cielo.

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