Destino perdición

—¡Joder! Corre, no te pares —Erik tenía una ceja abierta y su mirada desprendía furia y una gran dosis de autocontrol, de otra manera sus perseguidores ya estarían muertos—. Yo les retendré mientras coges el coche. Rápido.

Sua lo miraba desencajada, entendía lo que decía, pero su cerebro tardaba en procesar las palabras y lo que acababa de pasar en el bar. Lo que había hecho en el bar. Retomó el control sobre si misma y se fue directa al coche.

Nunca pensó que la búsqueda del padre de su amiga iba a ir acompañado de peleas de bar y autodescubrimiento personal. Bueno, de eso ya tuvo cuando se fue a Londres con su padre. Pero ahora estaba todo salido de madre.
Consiguió entrar en el coche y ponerlo en marcha, por el retrovisor vio a Erik repeler el ataque de dos hombres, casi sin inmutarse y dirigirse al coche.

—Déjame conducir a mí, tu todavía estás en shock —Erik hizo un ademán con la mano y Sua se movió al asiento del copiloto sin protestar, en cualquier otra ocasión se habría quejado con insistencia porque ella había llegado primero, pero ahora no era el momento de discutir. Esos tipos no iban a dejarlos en paz si no ponían tierra de por medio. Por lo menos habían logrado averiguar donde tenían retenido al padre de Marit. Los contactos de Erik en la sombra habían dado sus frutos—. Sua, ¿estás bien?
—Sí, no te preocupes, no me han tocado.
—Pero tú a ellos sí, eres una caja de sorpresas y por lo que parece tu tampoco te lo esperabas.
—No. Mi padre me había dicho que podría pasar, pero no le quise creer. Pero bueno, tú cómo estás, tienes la ceja abierta.
—Tu padre… —el rostro de Erik se endureció. No conocía en persona a Valdemar, pero su fama en las sombras le predecía, no sabía qué esperar de un ser con tanta historia y poder. No terminaba de fiarse de un congénere que no se comió su última cena. Los sentimientos, excepto la lujuria, era algo que los de su especie no se podían permitir y, últimamente, él mismo estaba entrando en barrena en ese terreno. Cambió el gesto y miró a su acompañante— Estoy bien, no te preocupes, se cerrará en un momento.

Los marrulleros del bar no estuvieron muy dispuestos a seguirlos, así que ahora solo se encontraban ante ellos la luna y la carretera.

Todavía era pronto, las nueve de la noche y la noche ya les comía. Pero esa oscuridad y el resplandor de la luna llena les iba a durar poco. El sol de invierno estaba en todo su esplendor y las noches duraban un suspiro. Incluso llegaba un momento del año en que a las doce de la noche era puro día. Quizá en otro momento pudieran centrarse en ese fenómeno. Ahora lo importante era encontrar al señor Nilsson.

Necesitaban encontrar un sitio donde pasar el día, ya que solo les quedaban seis horas de noche. Ella aguantaba perfectamente bajo la luz del sol, pero Erik era extremadamente sensible a la luz diurna y no era plan de que la gente se les quedase mirando mientras él echaba humo. Literalmente.

—Según el mapa queda una hora para Kiruna —Sua miraba el móvil en búsqueda de alguna pensión—. Hay un sitio a las afueras del pueblo que no tiene mala pinta.
—Por favor, una pensión no, un hotel.
—Claro, como se nota que tú no pagas.
—Pero si todo lo está pagando tu padre muerto —Erik miró hacia su compañera con una amplia sonrisa de suficiencia.
—Pues tienes razón. Hay uno de 4 estrellas que… No me mires así, que no hay de cinco. Que Kiruna no deja de ser un pueblo. Y este sí, está muy bien —Sua tecleó algo en la pantalla —. Reservado.
—Bueno pu… —Erik no pudo terminar la frase ya que uno de los neumáticos explotó mientras realizaban un giro a la derecha en la carretera, haciendo que el coche diese una vuelta y acabara panza arriba en la cuneta. Por suerte, eran duros y no les pasó nada. Sua fue la primera en salir del coche.

—Maravilloso. La pelea y ahora esto —Sua se sacudió la tierra de las rodillas.
—Mi coche —Erik se lamentaba y daba vueltas alrededor del coche.
—¿Qué ha pasado? ¿Viste algo en la carretera antes de volcar?
—Nada. Espera, ¿has oído eso?

Sua también lo había oído, eran unos pasos que pretendían ser silenciosos, pero para ellos esos pasos eran como castañuelas. Se miraron y decidieron sin hablar que era mejor ponerse en marcha, todavía les quedaba media hora de camino. Corriendo les llevaría diez minutos, realmente utilizaban el coche para pasar desapercibidos. Y porque Erik estaba muy pesado con su coche. Cogieron las mochilas del coche y esperaron a que pasase algo. Nada. Sua se puso a inspeccionar la carretera y vio el culpable del pinchazo.

—A parte de que vas como un loco con el coche, hay clavos en la carretera. ¿Una coincidencia?
—Ya deberías saber que en este mundo las coincidencias no existen —le quitó el clavo que la chica le mostraba y lo observó con detenimiento y lo olió—. Pues apesta a neófito. Tenemos un perseguidor.
—¿Sinceramente? Pensaba que nos lo encontraríamos antes —Sua se puso su mochila y miró el móvil—. Pues pongámonos en marcha, que quiero ir al hotel y darme un baño.
—¿Me dejarás darte jabón? —Erik rió divertido y la chica intentó darle una colleja, ante la mala broma de su compañero de aventuras, pero el chico desapareció ante sus ojos y apareció unos metros más adelante.
—¡Cobarde! ¡No huyas! Y ni se te ocurra acercarte cuando me esté bañando —Sua le alcanzó en un suspiro y le dio la colleja.
—No hace falta que me agredas, lo he captado —el chico cogió su móvil y disimuladamente le mandó un mensaje a su compañera. Ésta le miró sin entender como le mandaba un mensaje si estaba a 20 centímetros de ella, hasta que lo leyó.


La carretera se extendía ante ellos y solo les quedaba tomar una decisión.

FIN

• Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 20- Crea un relato que suceda en una carretera durante la noche.
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