El robo del siglo





Juan se había quedado solo en casa, su madre y su hermana se habían ido a comprar el pan. Volverían pronto. Había que actuar con rapidez.

Resulta que Juan tenía algo de hambre. Bueno, hambre lo que es hambre no. Pero un antojo de galletas de chocolate de esas que no le dejaban probar cuando el realmente las necesitaba, sí. Como ahora. Era de imperiosa necesidad.

Lo primero que hizo el niño es ir corriendo a la puerta principal y comprobar que su madre se había ido realmente. No era plan de que le pillara sin haber empezado el robo del siglo.

El plan era sencillo: coger una silla, apoyarla cerca de la encimera para poder subirse a ella, llegar al armario superior en cuestión, abrirlo, coger la lata donde estaban metidas las galletas, coger las galletas que sean necesarias (eso estaba por definir, depende de lo llena que estuviese la lata), cerrar la lata, volver a dejarla en su sitio, cerrar armario, deshacer el camino andado, bajar de la encimera por la silla que había puesto previamente a modo de escalera, volver a poner la silla en su sitio, esconder las galletas, comer un par y ponerse a jugar como si no hubiera pasado nada.
Nunca lo notarían. Era el plan perfecto.

Y como era el plan perfecto decidió ir a su habitación, que estaba en el piso superior, a ponerse ropa más adecuada y eligió el disfraz de ninja que le había regalado su tío favorito. Era el único que le regalaba cosas molonas y a su madre no le hacía nada de gracia. Pero Juan, él estaba encantado.

Se puso el disfraz por encima de la ropa, fue al baño a mirarse en el espejo y ver su aspecto. Estaba listo para asaltar la lata de las galletas. Se colocó una catana de plástico en el cinto, hizo una reverencia muy zen y se puso muy serio.

—Esas galletas van a ser mías —proclamó solemne. Bajó raudo por las escaleras y volvió a mirar que no hubiera nadie cerca, y miró por la ventana del salón a ver si la perra seguía fuera. Si se ponía a ladrar es que había gente cerca y tendría que abortar misión. De momento solo estaba tirada panza arriba disfrutando del sol mañanero.

Cogió una de las sillas de la cocina. No contaba con que la silla casi pesaba más que él, y se le iba enredando la catana con una de las patas de la silla. El pobre Juan ya iba sufriendo de lo lindo hasta que consiguió poner la silla donde quería, no sin antes darse un cabezazo con el respaldo de la silla porque al final la catana se quedó enganchada. Con lo que no contó el niño fue con que su madre había dejado los cacharros que necesitaba para hacer la comida encima de la cocina, haciendo el camino más complicado y con más obstáculos. Pero no pasa nada, él era un ninja. Con un posible chichón en la frente, pero un ninja. Podía con todo, y esas galletas iban a ser suyas.

Se subió a la silla, no sin un poco de miedo. Que era un ninja, pero no quería romperse la crisma y dejar a su madre sin hijo. Que no quería que lo matara. Logró subir a la encimera, pero como iba con prisa no se dio cuenta de que puso la silla más lejos de lo que él quería y en vez de ponerla a la altura de la vitrocerámica, la puso a la derecha de esta, cuando el armario estaba a la izquierda de la encimera. No pasaba nada. Bueno sí, sí que pasaba. Ahora iba a tener que sortear la olla exprés y no había tiempo de volver a bajar y cambiar la silla para volver a subir.

Había que pasar los obstáculos, fuera como fuera. Era un ninja. Y poco más y ya se escalabró cuando intentaba sortear la olla exprés, intentando pasar por encima de ella. Menos mal, que después del susto inicial decidió coger la olla, que pesaba un montón, y ponerla detrás de él. Así pudo pasar, estaba siendo más duro de lo que él pensaba que sería.

Una vez superado el obstáculo más grande, era pan comido. Pasó tres fiambreras y el fregadero, y llegó al borde de la encimera. Uno de los objetivos principales. Pero resulta que el tirador estaba lejos de sus manitas, y si intentaba acercarse corría el riesgo de caerse. Momento de pánico. Le iban a pillar encima de la encimera, su madre le iba a matar e iba a tener un funeral precioso. Lo oficiaría Carlitos porque era quién mejor le conocía. Se sentó en la encimera con las manos en la cara, totalmente derrotado pero la catana no le dejaba estar a gusto, hasta que se le encendió la bombilla. Utilizaría la catana para abrir el armario.

La esperanza le embargó, se volvió a poner encima de la encimera y al tercer intento logró abrir el armario. Otro problema: no veía donde estaba la lata, solo tenía enfrente de su cara la puerta del armario. Así que se sujetó en el tirador del armario y con la catana, a tientas, intentaba encontrar la lata y luego ya vería como la bajaba.

Y la bajó.
Sin querer.

Todo pasó a cámara lenta: la catana chocó con la lata en uno de sus tientos, con tan mala suerte que chocó de más y la lata se encontró con el suelo de la cocina. El desastre era más que evidente. Juan miró la puerta del armario, el suelo y su catana. Le debía tanto a la catana, pero también por su culpa se la iba a cargar. No había tiempo para lamentarse, se apresuró a desandar el camino, colocó la olla en su sitio, bajó de la encimera, colocó la silla, cogió un puñado de galletas y se fue corriendo a su habitación.

Y se abrió la puerta de la calle.

—Pero ¡qué ha pasado aquí! —la madre de Juan dejó el pan y la empanada que traía encima de la mesa de la cocina y vio el panorama: armario superior abierto, lata de galletas en el suelo abierta y abollada.

Mientras, Juan en su habitación feliz comiéndose el botín.

 FIN

  • Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 14- Narra un acto cotidiano como una hazaña épica o un acto criminal.
  • Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en estos preciosos blogs: aquí o aquí. (Son los blogs de @Stiby2 y @MUSAJUE respectivamente.)
  • Podéis encontrar mis demás relatos del reto aquí.





CONVERSATION

7 comentarios:

  1. ¡Buenas!

    Me ha encantado el relato, este Juan es todo un ninja. Ya te lo decía por Twitter, de hecho, así que no sé muy bien qué más añadir.

    Por cierto, hay una frase ("Nunca lo notarían. Es el plan perfecto.") donde cambias de tiempo verbal (pasado a presente). Siento ser meticulosa pero por si lo quieres corregir.

    Un saludo y hasta otra~.

    ResponderEliminar
  2. Buenas noches

    Pues ya he leído este relato y me animo a dejarte un comentario.

    La redacción y el estilo me parecen buenos. Solo he visto una tontería muy sutil y quisquillosa. La frase: "solo tenía enfrente de su cara la puerta del armario." Debería ser "solo tenía enfrente de la cara la puerta del armario." Si te refieres a una parte del cuerpo de la persona a la que se refiere la frase, no se debe usar un posesivo.

    Por lo demás, muy bien llevado el humor, que es bastante difícil de escribir en mi opinión.

    Un saludo.

    Juan (no ninja)

    ResponderEliminar
  3. Muy buenas! Este relato me ha parecido muy divertido y llevas muy bien el tema del humor. No intentas engañar al lector sino que el engañado es el propio protagonista (él cree que su escena es más épica de lo que es en realidad y que lo ha hecho mejor de lo que acaba en realidad) y eso mola mucho.
    Me ha encantado el tono de humor del relato y buen reflejo de los niños y sus perspectivas. ¡Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  4. Muy épico el relato, si. Conseguidisimo y me encanta que decidieras continuar con nuestro policía preferido, aunque se haya pasado a las artes ninja xD Nada importante que destacar, quizá el fragmento en el que está sobre la encimera tiene un momento un poco acelerado y corta un poco el ritmo de la lectura, o esa impresión me dio, y bueno que dudo que un niño de su edad ande pensando en quién oficiará su funeral jajaja, pero creíble, muy creíble y muy autentico. Le das un toque muy emocionante a pesar de todo y es gracioso, la verdad.

    Cosillas, a ver, algunas son por manía, pero las digo como recomendación, por si quieras echarles un vistazo ^^

    -En el segundo párrafo, dices "Como ahora." pero estás narrando en pasado y queda raro, quizá mejor, "como en ese momento"?
    -"...coger las galletas que sean necesarias (eso estaba por definir, depende de lo llena que estuviese la lata)"- Mejor "fueran" y "dependía"
    -"Bajó raudo por las escaleras y volvió a mirar que no hubiera nadie cerca, y miró por la ventana del salón"- Mirar y miró me quedan muy cerca. Igual pasa con silla poco después, la nombras unas 4 o 5 veces muy seguido.
    -"Pero no pasa nada"- pasaba?

    Y ya está ^^ Correcta tu pegatina y esos 10op que van a tu puntuación en el Ranking ;3 ¡Ánimo con los siguientes!

    .KATTY.
    @Musajue

    ResponderEliminar
  5. Gracias por comentar, y me alegra un montón que Juan os guste ^o^

    ResponderEliminar
  6. Hay que ver la que ha liado la perra en la cocina, mamá xD
    ¡Muy divertido!

    ResponderEliminar

Back
to top