Protección




—Tenemos que proteger al testigo como sea. Tenemos poco tiempo antes de que vengan a por él —hablo por radio con falsa calma, estoy acojonado. Tengo un equipo táctico con los nervios de punta y con los dedos temblorosos. Espero que esto salga bien, por nuestro bien y el del testigo—. Bien, Don Carlos, esperemos que sus antiguos compañeros no sean muy insistentes. ¿No dice nada? Espero que en el juicio hable más que ahora.

Don Carlos era un trabajador de la mafia gallega, se dedicaba a llevar la cuenta de los “pedidos” que entran y salen de los almacenes que están ocultos por la ciudad. Creo que la jefa los llama contadoresEste ser, aparte de poco hablador, está hecho un desastre. Cuando lo sacamos de su casa todavía iba en pijama, así que el departamento le dejó un traje que le queda grande por todos lados. Hasta las gafas que encontramos para él en una habitación le quedan enormes. Por no hablar de su exceso de pelo. La verdad: es un señor muy raro.

Pero nuestro deber es protegerlo, la gente para la que trabajaba vendrá a por él porque siendo sinceros, siempre se acaban enterando de dónde están nuestros pisos francos. Malditos soplones.

Ahora mismo estamos en una casa en un pueblo en la costa de A Coruña, el salón está un poco patas arriba, pero qué le vamos a hacer; somos policías, no decoradoresAunque la agente Susana se empeñe en redecorar el salón y ahora esté haciendo un té, e intentando que el resto de los agentes se unan a ella.

—Por favor Susana, ¿podrías parar?
—No.
—Estamos intentando proteger a un testigo, recuerda tu posición.
—No.
—Es como hablarle a la pared. No se preocupe Don Carlos, yo si me tomo en serio mi trabajo y le protegeremos cueste lo que cueste.
—No.
—Ya vale Susana.

A veces pienso que ella es el topo por lo poco que participa en mis operaciones. Le cuesta aceptar que yo soy el que manda. Yo no tengo la culpa de haber llegado primero a este mundo.

—Un momento… ¿Qué es ese ruido? —me parece escuchar algo en el exterior de la sala cuando la radio emite un pitido inconfundible— ¿Qué pasa ahí fuera?
—Señor, ¡nos atacan! Se acercan tres camionetas por el sur. ¡Oh! Me han dado, me han dado… Señor, cuide de mis hijos.
—Lo haré amigo, lo haré —me doy un momento para coger fuerzas, y miro a mi compañera—. ¡Por favor! Deja el juego de té y ayúdame a proteger a Don Carlos.
—Eres tonto — y se va corriendo a la cocina.
—Bueno, Carlos. Me va a tocar protegerte a mí solo.

Miro mi walkie Talkie esperando una respuesta o alguna pista que me diga cuantos vienen, para poder estar preparado. Vuelvo a escuchar ruidos fuera de la casa, seguramente los agentes que están fuera de la casa estén heridos o, en el peor de los casos, estarán en el cielo, y decido ponerme en marchaFabrico dos granadas de mano, y un explosivo con lo que tengo en la bolsa “mágica”. Empiezo a ponerme nervioso porque he oído el sonido inconfundible de una bomba activándose, tengo dos minutos nada más para poner a salvo a Don Carlos.

—Lo siento señor, pero venga y siéntese encima de la mesa de centro —le ayudo a sentarse y le pongo bien las gafas, y le ajusto la corbata. Sigue siendo un esperpento con esa ropa que le queda tan sumamente grande. Es gracioso, pero no hay tiempo de reírse, hay que proteger a este señor.

Cojo mi arma y pongo el explosivo en la puerta que separa el salón con la puerta principal. Es uno de esos que explotan cuando se pisan. Sonrío, esto va a ser muy divertido. Siento que se acercan y me sitúo enfrente del testigo, dándole la espalda. Protegiéndole con mi vida si hace falta, tenemos que meter en la cárcel a los malos sí o sí. De repente Susana aparece corriendo y por un momento casi pisa la bomba, seguramente dio una vuelta al perímetro y los malos vienen detrás de ella. Y como vino se fue, otra vez a la cocina.

Y otra vez los pitidos inconfundibles de la bomba a punto de explotar, y yo entro en pánico: tres, dos, uno…

—¡Juan! —mamá sale de la cocina y cuando ve en el suelo los coches de juguete, las piezas de lego en la puerta y los soldados de plástico, no parece contenta— Quieres hacer el favor de hacer lo que te pedí hace un rato y recoger los juguetes. Y te he dicho mil veces que no quiero que juegues con la ametralladora. Maldita la hora en la que tu tío te regaló la dichosa pistolita.
—¡Mamá! Por favor, déjame jugar un poco más, estaba a punto de salvar a Carlitos de unos malvados terroristas —mientras habla me quita la ametralladora.
—¿Malvados terroristas? Perdone usted señor comisario —mamá se acerca a mi testigo, Carlitos un oso de peluche que me regalaron cuando tenía cuatro años.

Es mi muñeco favorito, antes iba a todas partes con él, pero ahora soy un niño mayor (tengo ocho años) y no puedo ir con muñecos por ahí. O eso me dijo Diego, un niño del cole. Y desde entonces no he vuelto a llevar ninguno. Y eso me pone triste. Pero los sábados puedo jugar todo lo que quiera con Carlitos y Susana. Aunque mi hermana es un poco torpe, bueno, tiene cuatro años. Más no puede hacer la pobre. Pero es la mejor, me ayuda un montón. Y mamá, la quiero mucho, pero ahora es un rollo, solo quiero terminar de jugar y ya está metiendo los juguetes en la bolsa “mágica”... ¡me está mezclando los francotiradores con los artificieros!

—¡Mamá! No me mezcles los juguetes. Tienen que estar separados. Y no te rías —le quito los juguetes y me pongo a ordenarlos yo. No puedo hacer nada contra la autoridad, así que mejor me rindo.
—¿No me pediste palomitas y que viéramos una película juntos?
—Si.
—Pues las palomitas hace rato que están. Anda vamos, que Susana está en la cocina y sabes que no podemos dejarla sola.

Bueno, pues otro día terminaré de proteger a Carlitos.



FIN


  • Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2018 para el objetivo: 6- Inventa un relato descriptivo que haga que los personajes o la escena en sí, sean algo completamente diferente a lo que parece.
  • Podéis consultar las bases y apuntaros a participar en estos preciosos blogs: aquí o aqui.. (Son los blogs de @Stiby2 y @MUSAJUE respectivamente.)
  • Podéis encontrar mis demás relatos del reto aquí







CONVERSATION

5 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Pues ¿qué decir? Me ha gustado mucho. Al principio me lo estaba creyendo totalmente. Luego, al leer lo del té, pensé que era humor absurdo (una buena carcajada sí que me he echado, la verdad xD). Pero lo de que vino antes al mundo me ha hecho pensar que eran hermanos y ya lo relacioné con el objetivo.

    Enhorabuena por el relato tan chulo ^^
    ¡Hasta otra!

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  2. ¡Hola!

    Me ha pasado como a Esther, en la conversación, cuando ella dice todo el rato "no" pensaba... Esto es muy raro, ¿le estarán tomando el pelo al policía?

    No se me ocurrió que la escena fuese otra cosa que un cuarto franco sino más bien que los compañeros policías estarían tomándole el pelo para pasar el rato o algo así.

    El final esta muy bien, cuando entra la madre y se descubre todo. Enhorabuena, me ha parecido muy chulo y algo divertido también.

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  3. Hola!

    Yo también me sumo a Esther, pensé que sería un relato absurdo y he picado pero bien jajaja me ha hecho bastante gracia! Enhorabuena por el relato <3

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  4. Gracias por los comentarios, y jo, como me alegra que os guste ^o^

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  5. Genial el relato, Nes! La verdad es que emieza bien, pero sigue mejor xD. Cuando la cosa empieza a sonat extraña no sabes si es que el tipo está loco, o es añguien jugando, y aunque se ve venir, creo que desde que dice lo de la ropa y las gafas xD, te ha quedado absolutamente estupendo. Lo de mezclar a la hermana en la historia sin sentido le da un tono muy gracioso. Quizá la pega es que el tono del comienzo es quizà demasiado duro y concreto como para que salga de un niño pequeño, pero me ha encantado, te sumo esos puntillos y enhorabuena por el relato :3

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